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disgresiones

curriculum vitae

Resurrección

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:45

la claridad siempre es de agradecer

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:45

¿y tu que pondrías?

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:46

lo q pongo siempre..

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:46

entrega.

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:46

muy tentadora esa actitud

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:46

oye...

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:47

estamos flirteando casualmente?

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:47

yo, al menos, si

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:47

ya...y no tan casualmente...con alevosia y nocturnidad.

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:48

si, solo nos falta el agravante de ensañamiento

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:48

nos van a condenar.

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:49

ojala, si es a arder juntos

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:49

arrepintamonos!

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:50

q palabro!

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:50

¿donde se ha visto eso en un pirata?

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:50

(a no ser que sea para sacar ventaja)

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:50

jajajajajajajaja

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:51

filibustero!

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:51

si, al asalto de tu cuerpo

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:51

( nena...no le creas...la bandera está izada)

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:52

con dos tibias y una calavera

Él — domingo, 23 marzo 2007 12:52

no quedará hueco por registrar tras el asalto

Ella — domingo, 23 marzo 2007 12:53

pero si te he jurado y perjurado q no tengo nada de valor...q soy una " probecita" !

Cálida y húmeda

Me gustaría

perderme en el laberinto de tus incertidumbres

sentir soplar tus ráfagas de caos

y sufrir con placer tus deficiencias

 

deslizarme en la penumbra de tus entretelas,

acompañar calladamente tus pensamientos

y aquilatar tus dudas con mis manos,

aún sabiéndote rebelde y liberada

 

analizar profundamente la eternidad

que cabe en un segundo

y como se refleja el mundo

en el juego de espejos de tus ojos

 

Me gusta

descubrir en tu palabra

la irrealidad de lo real,

la solidez de los sueños

y la calidez de la muerte

 

contemplar el dorado brillo del atardecer

que desprende tu alma

y saber que siendo nada

para mi puedes ser todo

cuando te abres a mi

cálida y húmeda.

Tus ojos son los grilletes

Tus ojos son los grilletes
que me atan a tu cuerpo
y me obligan a soportar
el suplicio
de tus uñas en mi espalda.

Tus ojos son los grilletes
que me torturan de sed
obligándome a lamer
el salobre manantial
que mana de tu vientre

Tus ojos son los grilletes
que me sujetan a ti
tensando mis músculos
que se baten desesperados
atrapados entre tus piernas

Tus ojos son los grilletes
que atenazan mi cintura
y arrastran mi verga
que se hunde,
sin remedio
en tu hendidura.

Pasión y muerte

Adoro estos dias
porque me permiten comprobar que
el verbo se hizo carne
y por eso tu cuerpo ha vuelto a habitar
entre mis manos.

Me he abstenido de comer carne
y he reservado mi boca
exclusivamente
para disfrutar la frescura
del maduro fruto de tu vientre.

Que en verdad, en verdad se nos dijo
que nos amásemos los unos a los otros
y yo he cumplido devotamente este precepto
visitando dulcemente
todos los huecos de tu cuerpo.

Volver a recordar
que tienes en verdad el poder y la gloria
cuando me hundo entre tus piernas.

Sentir el redoble de tambor
de mis muslos contra tus nalgas,
el incienso que emana el perfume de tu piel
y el lamento produndo de saeta
de tus gemidos
cuando deslizo dentro de ti
la punta ardiente de mi cirio
que termina siendo líquido
como si de verdad fuese de cera.

Y al final la doliente agonía,
de saber que todo es fugaz,
de sentir como abandonas mi cuerpo
y mi ciudad
y te vas lejos
de vuelta a casa con los tuyos.

Mudanza

He cambiado de casa,
siempre pienso que lo mejor está por llegar
y me esfuerzo en
no dejarme anclar al pasado por la belleza
de los recuerdos de los momentos vividos.

Mi decisión era empaquetar sin concesiones
al sentimentalismo,
abandonar las paredes de aquel dormitorio
donde había disfrutado de lenguaje de los cuerpos
sin recordar las pieles que
bajo aquellos techos, habían besado mis dedos.

Reconozco que he fracasado
en mi intento.
Desde el primer momento me embargó
el olor del perfume, al retirar las últimas sábanas usadas.
Los pequeños tesoros de bisutería
perdidos en los pliegues bajo los cojines del sofá,
Los objetos que marcan territorios en el baño
(restos de lápiz de ojos,pasadores para el pelo y otras insignias
abandonadas tras el paso victorioso y fugaz de la belleza frente al espejo).

Me abandoné a la añoranza del hueco
de cierto cuerpo entre mis brazos,
al tacto de otro pelo que rozaba mi espalda
mientras los labios recorrian mi espinazo,
a los gritos y gemidos que todavía resonaban
como un eco mudo, en los rincones.

Cerré la llave, por última vez con prisa
y se la devolví a la agencia de alquiler
huyendo del dulce placer de las sensaciones
que no volverán
y con el firme propósito de encontrar nuevos cuerpos
con los que contruir recuerdos
que me sigan conmoviendo el corazón.

Batalla contra el frio

El martes llegó diciendo que tenia frio,
un mal dia de trabajo,
una semana de tensiones.

Le quité los guantes de las manos,
y las conduje por debajo de mi ropa
sobre mi espalda caliente.
Dió un respingo,
intentando retirarlas mientras protestaba.

Sujeté sus manos y las apreté fuertemente
sobre mi piel
y detuve su amago de protesta
sellando sus labios con los mios.

Cuando su respiración se calmó
y sus manos se templaron
le serví una copa y le encendí un cigarrillo.

La escuché largo rato desahogándose sobre
la insoportable pesadez de los avatares cotidianos
y su voz me llegaba lejana
ahogada por la profundidad de su mirada
y por mi abstracción en la lectura
de los imperceptibles cambios
de la expresiones de su rostro
en tránsito hacia el sosiego.

Pero la batalla contra el frio
no había sido ganada como delataban
sus brazos cruzados sobre los hombros
y la postura encogida de su cuerpo.

De pronto se detuvo,
y me dió un beso en el que contrastaba
la frialdad de sus labios con la calidez de su lengua.
Levantándose me tomó de la mano
y me condujo al dormitorio
se desnudó solo de cintura para abajo
conservando su jersey de lana.

Yo me desnudé por completo,
al acompañarla bajo la manta
noté la frialdad de sus pies y sus piernas
y comencé a acariciar sus nalgas heladas
mientras sentía cómo la piel, erizada por el frio,
se alisaba al paso de mis manos como si fuese
ropa húmeda bajo una plancha.

El estremecímiento
al sentir sus manos glaciares sobre mis huevos
fue una sensación fugaz,
en comparación con la placentera sensación
que me produjo el suave y ritmico masaje
al que se aplicaron sus dedos.

Con suavidad introdujo mi polla erecta
en su cálido y húmedo coño,
al tiempo que se desprendía de los restos de su ropa
lanzándolos lejos de la cama
mientras exclamaba
¡qué calor!

 

 

 

 

Entrega

Llevo varios días sin poder
desprenderme del recuerdo de tu cuerpo.
Es extraño y sorprendente,
después de tantos kilómetros
de caricias,
de tantas leguas
de peregrinar mi lengua
por tu piel
y sentirme todavía aturdido
y añorante.

Recuerdo los comienzos,
como tu búsqueda de deleites,
desembocó en una disciplina
y entrega a la tarea
que nunca había conocido.

Recuerdo tus primeras reticencias
de mujer liberada y dueña de si
cuando introduje mi polla en tu boca
por primera vez.
Cómo la lamiste con desgana
y como tuve que imponerme
para que comprendieras que el aprendizaje del placer
es igual que los suaves prados de hierba
que solo se alcanzan
cuando has dejado la piel de tus pies en el camino.

Aprendiste a mirarme a la cara,
a envolver mi glande con tu lengua
y a calibrar mi placer en función de tus avances.
Orgullosa como eres,
te superaste a ti misma
hasta disfrutar demorándote, al borde de la nausea
tragándotela entera
y sacándotela el tiempo justo
sólo para recuperar el resuello.
Repetias una y otra vez la hazaña
sintiéndote poderosa,
sabiendo que me tenias a tu merced.

Decidí después recompensarte
mostrándote desde aquel día
las ocultas corrientes telúricas
que subían por tu espalda
cuando acompañaba el vertiginoso giro de mi lengua
sobre tu clítoris
con la incursión de mi dedo
en tu ano.
Recuerdo también como te sentiste incómoda
y como tuve que hacerte comprender
que no se trataba de una humillación
sino de un premio
a los excesos de tu boca.

Aprendiste a relajar tu anillo,
a permitir la entrada cada vez más profunda de mi dedo,
a cerrarte y abrirte con las contracciones de tu vientre
y a aferrarte a mis manos
mientras me dabas las gracias entre suspiros y gemidos.

Agradecida otra vez, me animabas un dia y otro
a no descuidar en ti ese sublime placer,
tan facilmente aprendido que no esperaba la irrupción de un segundo dedo,
aunque a aquellas alturas
ya sabías que aquel dolor era el inicio de una nuevo tema
y ahogaste tus gritos sin reproches
tensando tu cuerpo
y abriendo tus piernas hasta
descubrir el placer oculto
en aquel sufrimiento.

La semana pasada fue el gran día,
tu cuerpo estaba espléndido,
tu coño húmedo como las flores empapadas por el rocío de la mañana
y tus ansias de placer infinitas.
Habías tenido ya tu primer orgasmo
mientras me demoraba follando tu coño
por detras y jugueteaba con mis dedos entre tus nalgas.
Sentí un deseo brutal
de correrme dentro de ti,
y coloqué la punta de mi polla
sobre el provocador ombligo de tu culo
y empecé a presionar lentamente.

Intentaste corregir como otras veces,
la trayectoria de mi polla hacia tu vagina
pero esta vez agarré con fuerza tu mano.
Inteligente,
comprendiste que era el momento de la entrega,
corregiste el ángulo de la penetración
en un esfuerzo último por reducir tu dolor,
tensaste una vez más tu cuerpo,
y susurraste "por favor, despacio, vida mia".

Poco a poco me fui hundiendo en ti,
sintiendo como reprimías tus lágrimas
mientras tu cuerpo se abría por detrás.
Agarré tus manos con las mias
y te susurré dulces palabras de consuelo
que te infundieron el ánimo justo
para iniciar un levísimo movimiento de vaiven
con el que me provocaste súbitamente el orgasmo.

Después te abrazaste a mi,
y besaste mi pecho, mojándolo con tus lágrimas
y llevándote algo de mi piel, o de mi alma,
que no he conseguido recuperar desde ese día.